Amanecemos de nuevo con un manto blanco. La nieve no ha dejado de caer y lo cubre todo de su peculiar color. Trabaja duro para vestir al pueblo con sus mejores galas, ocultando cualquier atisbo de vida o de error. Un nuevo comienzo para él y para sus habitantes.
La nieve virgen es el deseo de cualquier niño y también de cualquier adulto. Pisar por primera vez ese trocito virgen y sentir el sonido de la bota contra la nieve. Deseable. Único. Indescriptible.
Me pregunto si no será la nieve virgen semejante a nuestro nuevo año. Cada pisada que damos, la damos como si fuera la primera vez. La damos con entusiamo, con delicadeza y con mucha firmeza. Ante nuestro ojos se presenta un camino majestuoso y sin pisadas, blanco y puro. Daremos pasos sobre esa nieve y aunque miremos atrás para ver las pisadas y el destrozo que hemos hecho, nuestra mirada siempre querrán prestar su atención hacia delante, hacia lo bonito, hacia lo que tenemos por descubrir.
Nuestro año está por explorar y por pisar. Cuando salga el sol y derrita la nieve, nuestras pisadas desaparecerán, volverán los caminos andados y no quedará ni rastro de nuestro sendero en la nieve. Entonces, nos preguntaremos con nostalgia y con cierta satisfacción, ¿habrá sido un sueño?
Gracias por estar ahí.
Haridian
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